domingo, 24 de febrero de 2013

Coplillas

El "Tío Colmillo" las cantaba y mi abuelo Antero las reproducía:

"No compres mula en Tendilla
ni en Brihuega compres paño
ni te cases en Lupiana
ni amistes en Marchamalo

La mula te saldrá falsa
el paño te saldrá malo
la mujer será una guarra
y el amigo el más contrario"

Juego: Todos los frailes...

"En este juego la madre tiene la cabeza del que se queda sobre su regazo, mientras el resto cantan dándole todos pequeños cachetes en la espalda la siguiente canción:

Todos los frailes vayan y vengan 
y no se detengan enparte ninguna 
a besar a besar a besar 
a la puerta del hospital
 Despues la madre manda a todos hacer algo de manera que se tengan que alejar y así el que se queda tiene que ir a buscarlos y pillar a uno. Cuando lo madre lo envía lo anuncia diciendo:
¡Que va, que va el gavilán!
si no me trae caza lo habré de pelar.

Si coge alguno es el que se queda; si no lo coge, cuando vuelven todos donde está la madre hacen como que lo pelan dándole pellizcos y vuelve a ser él el que se queda".

Juego de niñas: "Desde chiquitita me quedé..."

En Brea jugaban así:
"Se da chinas, con las que quedan salvas se forma un corro, en medio la que se queda, con las manos cogidas se va abriendo el corro diciendo al mismo tiempo:
A estirar, a estirar que el demonio va a pasar
La de enmedio saltando a la pata coja va recorriendo de una en una a las del corro y va cantando:
     Desde chiquitita me quedé ¡pun!
     algo resentida de este pié
¡pun!
     y si el andar es cosa muy bonita
     disimular que soy una cojita
     yo si lo soy lo disimulo bien
   
¡pun! que te doy,
    que te doy un puntapié.
 Da con la punta del pie a la que llega al teminar la canción que es la que se queda en el cento y se vuelve a empezar".

[Romance del querer engañado]


Carmen, de Brea de Tajo, nos canta tres romances que ella oía cantar a su madre y abuela y cree que lo compraron a un ciego que venía pidiendo y cantando los romances desde Illana (Guadalajara).



Te quiero, me decía el embustero
Te juro  que mi amor es noble y puro
Vidita cuando acabe de estudiar
Te lo juro por mi madre que nos vamos a casar
Te lo juro por mi madre que nos vamos a casar
Tanto querer me fingía, tan buena fe demostraba
Que a su pasión cedí un día sin pensar que me engañaba
Y mirando a la vidriera y esperaba a que saliera por la noche de coser
Y al volver al nuevo día él a la clase volvía y yo volvía al taller
Y así pasaron los días y así pasaron los años
Sin que nuestras alegrías sufrieran los desengaños
Terminó al fín su carrera y a arreglar fue los papeles
Y a la aldea en que nació
y al marcharse dijo: espera
Y esperando que te espera pero nunca más volvió
Un día en que mi cuerpo vencía, vagando mi perdición pregonando
De pronto paró un hombre junto a mi
Y al mirarle cara a cara yo no sé ni qué sentí
Y al mirarle cara a cara yo no sé ni qué sentí
Aquel hombre era el ingrato que mi virtud robó un día
Y que olvidó al poco rato lo que a mí me prometía
De él me puse por delante y con rabia jaleante [jadeante]
Le conté mi mal vivir
Y él con orgullo necio, mirándome con desprecio
Me escuchó y se echó a reír
Y yo de mi no fui dueña quise vengar mi desdecho [despecho]
Y una hoja albaceteña se la sepulté en el pecho
Y al verle tendido en tierra, herido y agonizante le cogí con gran sufrir
Le recogí en mi regazo y su cuerpo casi frío le besé llena de amor
Loca, puse su boca en  mi boca
Sus labios los besé olvidando agravios
Y entonces, dijo: de mi vida harás
Y el dándome su aliento: sólo eras una más.

Canción de boda


Oti canta una breve canción destinada a los novios en el día de su boda.


Ir a descargar

"Como esta boda
no la habrá habido,
que son los novios
muy divertidos".

miércoles, 20 de febrero de 2013

Domingo de piñata

Nos cuenta Sagrario: El domingo de piñata, es el domingo siguiente al domingo de carnaval. Esta es una canción de comba que cantaba mi madre Sagrario Arroyo en su infancia, en Moratilla de los Meleros (Guadalajara).

DOMINGO DE PIÑATA

"Un domingo de piñata,
de gitana me vestí,
me marche al salón de baile
y a mi novio perseguí.
Oiga usted buena gitana,
dígame usted, por favor,
quiero saber el signo
el signo que tengo yo.
Eres alto y un buen mozo,
y tienes buen corazón,
pero tienes un defecto,
que eres un conquistador.
Estas queriendo a dos mozas
y yo te diré quién son,
una es alta y morenita
y otra rubia como el sol.
No te cases con la rubia,
que serás muy desgraciado,
cásate con la morena
y seras afortunado."

Caracol, col, col

Sagrario nos cuenta que cantaba está canción cuando iban a coger caracoles, por las regeras y juncales de Moratilla de los Meleros (Guadalajara)

CANCIÓN PARA IR A BUSCAR CARACOLES

"Caracol, col, col,
saca los cuernos
y vete al sol
que tu padre y tu madre
están en Aragón
regando la ropa
de nuestro señor.
Caracol, col, col."

También hay un dicho sobre los caracoles, de cuando es la mejor epoca , o son los mejores:

"Los de abril, para mí,
los de mayo, para mi hermano
y los de junio, para ninguno."

Nana: Duérmete mi clavel

Paloma canta una nana que aprendió de su madre y se la dedica a Neizan, el hijo de Delia (quien graba la canción) que llegará en las próximas semanas.


"Duérmete mi clavel,
Duérmete mi galán,
Pedacito de pan,
Duérmete.
A la ro ro mi bien,
A la ro ro monín,
Oh mi rey pequeñín,
Duérmete.
Un caballo y un tren,
Un patín y un balón,
Tú tendrás corazón,
Duérmete.
Centinela seré de tu vida hasta el fin,
¡Oh! Mi rey pequeñín,
Duérmete.
Contigo jugare,
Contigo reiré.
En mis brazos serás.
Todo un rey.
Nana niño,
Nana amor,
Nana mi pequeño."

[La última estrofa la añadió Paloma en el texto aunque no la llegó a cantar]

Soldadito, soldadito


Canción que cantaban las chicas de Brea cuando salían al campo o cuando se trasladaban de un sitio a otro. 





"-Soldadito, soldadito
¿de dónde ha venido usted?
- De la guerra señorita
¿qué se le ha perdido a usted?
- ¿Ha visto usted a mi marido
por la guerra alguna vez?
- No señora, no le he visto
ni tampoco sé quién es.
- Mi marido es un buen mozo
alto, rubio aragonés
y la punta de la lanza
lleva un pañuelo bordés.
Lo bordé de chiquitita
de chiquita lo bordé
Otro que le estoy bordando
Y otro que le bordaré."

Los siete cabritillos


Versión que me contaba mi madre Cristina cuando era pequeña, y que aún hoy cuando me lo cuenta me inquieto por el lobo, los cabritos, el pan y hasta por el molinero.


"Había una vez una madre cabra que tenía siete cabritos, y un día les dijo:
-Venid hijos míos que tengo que mandaros un recado, que yo me tengo que ir a hacer el pan.
Vinieron los siete cabritos, se pusieron alrededor de ella y les dijo:
-Mira yo me tengo que ir a hacer el pan, pero si viene alguien llamando, ¡no le abráis! Porque puede ser el lobo y os puede comer.
Entonces los cabritos dijeron:
-No mamá, no abrimos a nadie. Ya verás cómo no, ya verás como no abrimos a nadie.
Se fue la cabra a hacer el pan, al horno, y de pronto, el lobo que estaba al acecho de cuándo se iba la cabra, llegó llamando:
Pum, Pum, Pum.
-¿Quién es? –dijeron los cabritos.
Y dijo el lobo: -Soy vuestra madre, abrid hijos míos que soy vuestra madre.
Y dicen los cabritos: -No, no, nuestra mamá tiene la voz muy fina, y tú la tienes muy ronca.
El lobo, todo enfadado, se fue corriendo corriendo, y se fue a una huevería y se comió muchas docenas de huevos para que se le aclarase la voz. Y llegó otra vez a casa de los cabritos y dijo:
-Abrid hijos míos que soy vuestra madre.
Y los cabritos dijeron: -No, no, no eres nuestra mamá, porque hueles muy mal, y nuestra mamá huele muy bien.
Y el lobo todo enfadado:- Ahhhh, no me van a abrir la puerta…
Y se fue a una perfumería y dice: -Venga échame muchas colonias, que yo huela bien.
Y lo echaron mucha colonia, y se fue otra vez a la casa de los cabritos
-Pum, pum
-¿quién es?
-Abrid hijos míos, que soy vuestra mamá.
Y los cabritos, se juntaron para hablar y se preguntaban: -¿será nuestra mamá? Porque huele bien y ya no tiene la voz ronca, pues a lo mejor es nuestra mamá. Y dice uno de los cabritos: -pues vamos a decir que nos enseñe una patita, y si es blanca es nuestra mamá y si no, pues no es nuestra mamá.
-Pues enséñanos una patita.
Y por debajo de la puerta el lobo metió la pata.
- No, que la tienes muy negra, ¡y nuestra mamá la tiene blanca!
Y el lobo todo enfadado: -Ahhhhg, que no voy a podérmelos comer. Estos cabritos son muy listos. Y se fue al molinero y le dijo: -Venga échame aquí un montón de sacos de harina, que se me pongan las patas blancas.
Y se le pusieron las patas blancas y fue otra vez:
-Abrid hijos míos que soy vuestra mamá.
Y ya dijeron los cabritos: pues a lo mejor ya ha terminado nuestra mamá de hacer el pan, vamos a abrirla, y se pusieron a deliberar. ¿será nuestra mamá no será nuestra mamá?. Uno de ellos dice: yo creo que ya sí es nuestra mamá. Y “pimba” abrieron la puerta. ¡Ay, cuando vieron que era el lobo! ¡Madre mía qué susto! Uno se escondió detrás de la mesa; otro detrás de una silla; otro detrás de una puerta; otros se metieron detrás de la leña del fuego; y el más chiquitito se metió en la caja del reloj. Entonces el lobo los fue buscando, y uno a uno ¡Agghhum! Se los zámpaba; ¡Agghhum! Se los zámpaba; Pero al más chiquitito no le vio porque como estaba escondido en la caja del reloj, pues estaba por detrás y no le vio. Y ya se fue diciendo: Bahhh, que me he reído de ellos ¡cuándo venga su madre, vas a ver cómo se va a poner! Pero yo me he comido a los cabritos.
Y se fue corriendo, corriendo a echarse la siesta. Llegó debajo de un nogal y se tumbó a echarse la siesta. En esto que terminó la cabra de hacer el pan y se fue a ver a los cabritos y llegó y vio la puerta abierta:
-¡Ay, mis hijitos, mis hijitos, que se los ha comido el lobo! ¡Si les he dicho que no abrieran la puerta! ¡ay mis hijitos!
Y empezó a llorar. Entonces, el que estaba en la caja del reloj, ya la sintió que era su mamá, se asomó un poquito y vio que sí, que era su madre. Salió de un salto:
-Ay, mamá, que a los hermanitos se los ha comido el lobo. Estaban aquí y nos ha engañado, primero nos ha dicho que eras tú y luego resulta que no era, se ha echado harina y colonia y nos ha engañado. ¿y qué vamos a hacer?
Dijo la madre:- Pues vamos a buscar a ver a dónde está. Porque seguro que como ha comido tanto, tiene ganas de dormir la siesta. Vamos a buscarle.
Y se fueron a buscarle, y le vieron debajo del nogal que había muy grande, muy grande. Y dice la mamá: -Vamos a casa que vamos a hacer una cosa.
Cogieron unas tijeras, cogieron una aguja y mucho hilo. Y entonces cogieron las tijeras y según estaba el lobo durmiendo, porque tenía tanto sueño después de comerse tantos cabritos y estaba tan pesaroso de todo lo que había comido, como cuando comemos nosotros mucho, que nos ponemos así tan pesaos, pues así, que en vez de irse a dar un paseo se echó la siesta; la cabra cogió las tijeras y ras, ras, ras, ras, le abrieron las tripas, y le mandó al otro cabrito que trajera todas las piedras grandes que encontrase por allí, y el cabrito se las fue trayendo mientras ella abría la tripa del lobo y salían todos los cabritos, contentos y felices, y la madre dijo: - shiiii, no hagáis ruido, no chilléis para que no se despierte el lobo.
Y todas las piedras que fueron recogiendo cada uno, que ya fueron los otros cabritos a recoger piedras, se las metieron al lobo en la tripa, y le cosieron la tripa con el hilo para que no se le salieran las piedras, y ellos corriendo se fueron a su casa. Y el lobo ¿qué hizo cuando se despertó de la siesta? Se despertó y dice: -oh, qué pesadez de tripa tengo, estos cabritos, no me están dejando hacer la digestión, voy a beber agua al río, que tengo mucha sed.
Y como llevaba las piedras en la tripa, fue a agacharse a beber agua al río; las piedras se le amontonaron hacia delante y se cayó al río y se ahogó. Y los cabritos vivieron felices con su mamá y comieron… hierba, porque perdices ¡no! Y pan del que había hecho la cabra. Y colorín colorado este cuento se ha terminado."

martes, 19 de febrero de 2013

¡Canta, zurrón, canta!

De este cuento tradicional nos hemos encontrado en el taller con tres versiones distintas y todas muy interesantes. Os transcribimos la versión más larga, la de Oti, y luego las otras variantes.


"[Había una vez] una niña a la que su madre le había comprado unos zapatitos de charol, muy bonitos, muy brillantes. Y entonces por la mañana cogió y se puso los zapatitos, y su madre le dijo "oye, tienes que ir a buscar agua a la fuente, pero no vayas con esos zapatos que se te van a manchar", y dice "ay no no, mamá, yo tengo que ir con estos zapatitos negros de charol, no te preocupes que no me los mancharé". Bueno, la niña se puso sus zapatitos negros de charol y se fue a la fuente. Y cuando llegó a la fuente, para coger el agua, cogió los zapatos y se los dejó en una piedrecita que había allí. Entonces, cuando terminó de coger el agua se fue para su casa y se le olvidaron los zapatos. Cuando llegó a casa y se dio cuenta de que no llevaba zapatos se volvió a la fuente, pero resulta que había un viejo allí con un zurrón, [el viejo] había visto los zapatos y los había metido en el zurrón. Entonces cuando llegó la niña empezó a llorar y a llorar, y le dice "¿qué te pasa, niña?" y le dice "que he perdido mis zapatos negros de charol, que los había estrenado, me los ha comprado mi mamá". Dice "no te preocupes que yo seguro que sé dónde están", abre el zurrón y dice "¡mira, mira!, mira en el fondo de este zurrón". Y entonces, en ese momento en el que la niña se asomó, ¡raca!, la metió en el zurrón, la ató fuerte [y se dio cuenta que] con la niña dentro del zurrón, haciendo como que éste cantaba, podía sacar dinero. Y entonces se fue por las plazas de los pueblos y cuando llegaba a la plaza le decía a la niña "yo, cuando te diga, tú cantas". Y entonces llegaba a la plaza, cogía un palo y decía "¡canta, zurrón, canta!, que si no ¡te doy con la palanca!", y entonces la niña empezaba:
"en un zurrón voy metida,
en un zurrón moriré,
por culpa de unos zapatos
que en la fuente me dejé."
Cuando terminaba el espectáculo le daban mucho dinero, y luego se iba a otro pueblo y lo mismo: llegaba a la plaza, ponía el zurrón en medio de la plaza [y anunciaba a grandes voces] "¡el zurrón encantado, el zurrón encantado!", entonces cogía el palo y decía "¡canta, zurrón, canta!, que si no ¡te doy con la palanca!", y entonces empezaba la niña:
"en un zurrón voy metida,
en un zurrón moriré, 
por culpa de unos zapatos
que en la fuente me dejé."
Claro, la gente se pensaba que el saco estaba encantado y ¡venga dinero, venga dinero!, [el hombre fue con el zurrón] por muchos pueblos y ya había ganado muchísimo dinero y era muy rico [pero seguía yendo de un pueblo a otro] y se le olvidó y en uno de esos recorridos volvió al pueblo donde había encontrado y cogido a la niña. Entonces estaba en la plaza e hizo el mismo espectáculo "¡el zurrón encantado!, señoras y señores, ¡el zurrón encantado!", entonces cogía el palo y decía "¡canta, zurrón, canta!, que si no ¡te doy con la palanca!", y entonces empezaba la niña:
"en un zurrón voy metida,
en un zurrón moriré, 
por culpa de unos zapatos
que en la fuente me dejé."
Así una y otra y otra vez pero [como] estaba en el pueblo [de la niña] una señora que tenía una posada reconoció la voz de la niña y dijo "uy, yo juraría que esa es la voz de la niña que desapareció en la fuente... bueno, me voy a acercar al señor encantador del zurrón". Dice "¡oiga!, mire, como me ha gustado tanto el espectáculo le invito a que pase la noche en mi casa y a que cene usted y le daré vino y de todo". Total que el hombre, como estaba cansado se fue allí a comer y a dormir y la señora de la posada le dio vino y venga vino y venga vino... hasta que ya cogió una cogorza que claro, se fue a dormir y [se olvidó] del zurrón allí [en el comedor]. Entonces la señora aprovechó, desató el zurrón y, efectivamente, descubrió que era la niña. Cogió a la niña, le puso los zapatos, y la llevó a su casa. Y en el saco metió pues, de todo lo peor: bichos desagradables, serpientes, salamandras... con todos los bichos repugnantes llenó el saco.
A la mañana siguiente el señor se levantó con un dolor de cabeza, fatal, pero bueno, como era tan ambicioso se dijo: "yo tengo que coger el saco, e irme por los pueblos otra vez..." [así que cogió el zurrón, se marchó de aquel lugar y fue hasta otro pueblo]. Entonces cuando llegó a otro pueblo puso el zurrón en medio de la plaza y empezó "¡bueno, señoras y señores!, ¡el zurrón encantado!, ¡vengan y vean el zurrón encantado!", y entonces cogió el palo y empezó "¡canta, zurrón, canta!, que si no ¡te doy con la palanca!", y el zurrón que no cantaba. "¡Canta, zurrón, canta!, que si no ¡te doy con la palanca!" y nada, el zurrón que seguía sin cantar. Y ya por último "¡¡canta, zurrón, canta!!, que si no ¡¡te doy con la palanca!!" y ya no se conformó con decirlo sino que pegó al zurrón, el zurrón se rompió y empezaron a salir todas las fieras, le engancharon de la nariz, le mordieron en la boca, en las piernas... bueno, le dejaron hecho un cristo y se tuvo que marchar de esos pueblos, y la niña vivió feliz con su mamá. Y colorín colorado, este cuento, se ha acabado".

::o::

Ahora Mercedes nos cuenta las diferencias que hay con respecto a la versión que le contaba su tío.


"El cuento es muy parecido lo que pasa es que a la niña le regalan un anillito de oro [en vez de unos zapatos]. Entonces la historia es que le dicen "no te lleves el anillo de oro a jugar a la calle" y la niña no hace caso, lógicamente, y se va con su anillito de oro a la calle a coger moras y se dijo "para no perderlo, lo dejo colgado en una rama de un moral". Entonces le pasa igual: llega la noche, se tiene que marchar, se va corriendo y se da cuenta de que se ha olvidado el anillo. Vuelve a por el anillo, y el anillo no está. [Pero quien sí está es] el hombre del zurrón. Lo mismo, llora desconsolada y le dice pasa pasa a ver si está [el anillo en el zurrón, y cuando la niña se asoma el hombre] ¡cierra el saco! Entonces igual, el hombre va con el saco, con el zurrón, pero éste le dice: "¡canta, perrita, canta! que si no ¡te doy con la palanca!", y la niña cantaba la canción:
"Por un anillito de oro,
que en el moral me dejé,
por mi padre y por mi madre,
en el zurrón moriré."
Y así, pueblo tras pueblo, pueblo tras pueblo, hasta que llega, olvidándose de que [allí había raptado a la niña], al mismo pueblo. Y oyen la canción. Y la oye su madre. Entonces su madre dice "ay mi niña, mi niña que ha vuelto", y va corriendo y le dice "mire buen hombre, que me imagino que estará usted muy cansado y que tendrá ganas de descansar y yo le ofrezco una casa, o si quiere ir a por tabaco, no se preocupe que yo le guardo aquí el saco". Y el hombre dice "pero ni se le ocurra abrir el saco" [y la madre responde] "no, no, no, ¡yo qué voy a abrir el saco!, usted déjeme aquí las cosas y estése tranquilo". En cuanto sale el hombre, que se va a comprar tabaco, la madre abre el saco y allí estaba su niña, la abraza con locura y mete todas las alimañas. El hombre regresa, coge su saco "muchas gracias señora", se marcha [a otro pueblo y cuando llega dice] "¡canta, perrita, canta! que si no ¡te doy con la palanca!", pero no se oía nada, "¡canta, perrita, canta! que si no ¡te doy con la palanca!" [y como sigue sin cantar el zurrón] empieza a dar palos como un loco y dice "uy dios mío que me he cargado ahora a la niña, ¿qué hago, qué hago?", cogió el saco, lo tiró a un río, ahí se abrió el saco y salieron las serpientes, los sapos... y el hombre desapareció porque pensaba que había cometido un crimen y no se volvió a saber nunca más de él. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado."

::o::

En Brea de Tajo la versión del cuento ocurre con un rosarito de oro, aunque la estructura del cuento es parecida a la que cuenta Oti, cambia coplilla que cantaba el zurrón, que era:


"Por un rosarito de oro
que el zarzal me dejé
En un zurrón me metieron
Y él moriré, moriré, moriré."


Puedes encontrar una versión arquetípica de este cuento en el libro de Antonio Rodríguez Almodóvar, Cuentos al amor de la lumbre, vol. II, ed. Anaya, cuento nº 62, "El zurrón que cantaba".

lunes, 18 de febrero de 2013

Dichos y refranes

Sagrario, de Moratilla de los Meleros, nos envía este correo:
Mi abuela Sole nos decia muchos refranes y dichos, para darnos recomendaciones o consejos.
De niña no entendía su significado, pero a la largo de los años lo he ido comprendiendo, o eso creo.


REFRANES:

Al burro regalado, no le mires el dentado.

Quien regala bien vende, si el que lo toma lo entiende.

Al buen entendedor, con pocas palabras basta.

El buen paño, en el arca se vende.

De lo que no cuesta, lleno la cesta.

El que a buen árbol se arrima, buena sombra de cobija.

Quien mucho abarca, poco aprieta.

Nadie te da duros a peseta.

En ningún sitio atan a los perros con longaniza.

Cada cual arrima el ascua a su sardina.

Cada uno que aguante su vela.

El hombre pierde el diente, pero no la simiente.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

El que no tiene padrino no se bautiza.

Nunca digas de esta agua no beberé y este cura no es mi padre.

Arrieros somos y en el camino nos encontraremos.

Comer y rascar, no es nada más que empezar.

Me guardas un secreto amigo, mejor me lo guardas si no te lo digo.

Aunque se queme la casa, que no se vea el humo.

La mancha de la mora con una verde se quita.

El buey suelto bien se lame.

De noche todos los gatos son pardos.


DICHOS:

Cuando llegabas tarde: A buenas horas mangas verdes.

Cuando te ponías hacer alguna cosa de noche o con poca luz: De día no veo, y de noche me espulgo.

Cuando te mandaban a hacer varias cosas a la vez: Ya sabes que lo primero, es antes.

Para que tuvieras cuidado con lo que hacías: La llama junto a la estopa, viene el diablo y sopla.

Cuando ya estaba hecho: A lo hecho, pecho.

Cuando estaba cansada: No puedes ni con tu alma.

Y finamente, si te ponías pesada, te mandaban a... vete a tomar por donde amargan los pepinos.

El flecha meón

El grupo canta una canción popular que suele ser cantada en excursiones, campamentos y demás reuniones infantiles y juveniles.



"Un flecha en un campamento, chis chis
un flecha en un campamento, chis chis...
en la cama se meó, chivirivirí, chiviriviró
en la cama se meó.

Tan grande fue la meada, chis, chis,
tan grande fue la meada, chis, chis,
que hasta el barco naufragó, chivirivirí, chiviriviró,
que hasta el barco naufragó.

Marineritos, al agua, chis chis,
marineritos, al agua, chis chis,
salvad la tripulación, chivirivirí, chiviriviró,
salvad la tripulación.

El capitán que era un listo, chis chis,
el capitán que era un listo, chis chis,
en un barril se metió, chivirivirí, chiviriviró,
en un barril se metió.

Y aquí se acaba la historia, chis chis,
y aquí se acaba la historia, chis chis,
de un flecha que era un meón, chivirivirí, chiviriviró,
de un flecha que era un meón".